Por Ana Leyton
Indudablemente, el punto débil de la megaminería es el agua. Los mayores intentos mediáticos, realizados por las transnacionales extractivistas, son para convencer a la ciudadanía sobre sus bondades y bajarle el perfil al caos de la escasez de agua, además de que la poca que va quedando, vive contaminada por causa de derrames ácidos en nuestros ríos, cuencas y esteros, directamente o a través de intervenciones en las napas subterráneas. Para ello, las mineras usan recursos inescrupulosos, disfrazados de bondad y progreso, lo que ellos llaman sustentabilidad o sostenibilidad, como es este programa que emerge en el Choapa con el nombre de “Somos Choapa” constructo de lenguaje inclusivo pensado por profesionales jóvenes, postrados ante las dádivas económicas de los Luksic, quien pretende definitivamente, dejar al Choapa y esta vez, específicamente a Illapel, prisionero entre varios puntos de contaminación, fiebre de expansión posibilitada por la interesada “vista gorda” de nuestros representantes políticos, desde los nacionales hasta los comunales.
Fuimos un hermoso valle transversal cuya importante misión era detener la llegada del desierto, pero desde que llegaron las transnacionales con sus proyectos megamineros: “los pelambres” (Luksic), “tres valles” (Vale do río doce) y “el espino” (Pucobre) hemos permitido sin oponer resistencia, que transformen nuestra cultura, en función de sus putrefactos intereses de extracción y saqueo. Dejan a su paso un grave problema ambiental, que parece no importar a la gran mayoría, cuando nuestras propias autoridades corean irresolutas, el cuento del progreso económico, incapaces de ver que este tipo de progreso es temporal, que nos dejará el grave problema de la escasez de agua, contaminación, desestabilización y muerte de nuestro ecosistema, y entonces este progreso será la basura y pobreza del futuro.
Las autoridades, ya compradas y entregadas a este poder, no tienen escrúpulos cuando permiten, que incluso intervengan en los establecimientos educacionales de las comunas del Choapa con el fin de una concientización burda, traducida en lavado de imagen para la empresa, aceptada por los directores de escuela (salvo uno que otro) y por la mayoría de los profesores que ven la posibilidad de ganar unos pocos pesos o regalitos tecnológicos, que les hacen olvidar el principio de transparencia educativa frente a la muerte de nuestra naturaleza y a los derechos de sus alumnos a saber lo que está ocurriendo en su territorio con respecto a la contaminación.
La calidad de vida se deteriora pero, no importa, porque tenemos vehículos de última moda que congestionan las calles estrechas de Illapel, tiendas más grandes, y aunque tirita la economía del comercio local, no faltan los mediocres que fundamentan que el Choapa es y siempre ha sido minero, omitiendo el concepto de “pequeño minero” y además, olvidando el Choapa agrícola, criancero, camaronero, pescador, etc. Así, día a día vamos perdiendo nuestra autodeterminación en la búsqueda de un fomento y desarrollo económico con identidad local.
Los medios de comunicación de masas se multiplicaron viendo su gran oportunidad de ganar dinero a costa de la publicidad que lava la imagen de la minera, cooptados por el poder económico, por lo tanto, se creó un cerco de desinformación imposible de romper, como en los tiempos más álgidos de la dictadura pinochetista, hoy el dictador económico MLP los tiene a ellos como colaboradores principales de sus aberrantes intereses en este sacrificio y muerte del valle del Choapa.
Ni siquiera existe una mínima resistencia articulada en contra de la forma en que se está produciendo nuestra muerte, cada vez es más difícil desarrollar otro tipo de producción que nos asegure un futuro en el Choapa, nos crean una construcción de imaginario bien lejos de la realidad, ya que hay una gran diferencia entre lo que es la teoría académica de los pusilánimes ingenieros contratados por la minera y el terreno de la experiencia de vivir en estos valles.
El jueves 28 de agosto del año 2014, el equipo de profesionales del “Somos Choapa” organiza un Cabildo Abierto, ellos traen el problema y luego se presentan como los salvadores de la situación, frente a un pueblo mayoritariamente ingenuo y en otros casos inculto y arribista, que será arrastrado por nuestro alcalde hacia un cabildo donde se ratificará sí o sí el constructo perverso, desarrollado por estos jóvenes profesionales, testaferros del grupo económico para el que trabajan; cuando lo que realmente debería ocurrir es la instauración de tribunales populares frente a la violencia de la megaminería, donde se exija respeto por los Derechos Humanos y justicia ambiental, en medio de esta batalla entre nuestra calidad de vida versus el dinero.
Pero, por lo que se percibe en el ambiente, el Illapel rebaño de la autoridad aplaude, pero la mayoría quiere la expansión de los Luksic, quiere cuencas contaminadas, quiere la destrucción de nuestros cerros, quiere los peligros de volcamientos con derrames ácidos, su ambición supera el caos frente al proceso de contaminación de las aguas, quiere fractura del tejido social, quiere la muerte en vez de la vida. Nadie reclama con suficiente fuerza, parecen no darse cuenta de esta masacre, de esta expansión hacia nuestro territorio por parte de proyectos extractivistas, en un valle que fuera principalmente agrícola y donde ninguna empresa tiene derecho a venir a cambiarnos el sentido de la vida.
Ciegos, sordos y mudos, esa es la mayoría del componente del Choapa en este momento, nos han convencido a través del tiempo de que somos valle minero, nadie recuerda nada de lo que fuimos y este jueves será el golpe final a través del famoso cabildo del “Somos Choapa” programa que es aguijón de alacranes venidos desde afuera, veneno puro para nuestra posibilidad de concebir otro imaginario económico como una solución al problema que ya llegó para quedarse “el extractivismo” y su hegemonía sobre algo tan vital como el derecho humano al consumo de un agua saludable y sin contaminación.
Es urgente frenar el extractivismo ¡ahora! no sólo el de los Luksic, sino el de todas estas empresas “chupasangre” que están secando el alma de nuestro valle, frenarlos hoy es cosa de vida o muerte.